No sé ustedes pero yo soy muy enamoradiza. Soy algo así como una
enamoradiza empedernida racional, sí, racional… Porque aunque me enamoro fácil
siempre paso antes un proceso de racionalización para decidir entregarme al
amor o no, esto último lo he desarrollado con la práctica, porque soy tan
ingenua para el amor que me han roto –no, perdón, me he roto- el corazón muchas
veces -¿Cuántas? De las que te han pasado a ti 345 más-, entonces llega un punto
que el enamoramiento, por supervivencia, se debe dosificar y el desenamoramiento se convierte en deporte diario.
Ser mujer XL no es fácil como tampoco es fácil ser mujer a secas
–¡qué digo! Como tampoco es fácil ser humano- Ahora, a mis 25 años –sí, ajá, ya
saben qué edad tengo- estoy comenzando hacer las cosas distintas, algo así como
tomar mis complejos que antes me hacían tropezar en todo, asimilarlos y
utilizarlos en contra ataque, como el funcionamiento del antídoto de alacrán.
La cosa es que hace muy poco me enamoré de manera naif, de esa manera en la que te enamorabas
en la secundaria -¿Qué acaso hay otra?- cuando veías al chico que te gustaba y
una revolución se hacía en tu panza –mientras más grande la panza más mariposas
se anidan, por eso las gordas nos enamoramos con más ganas- y bueno… Aunque las
cosas pintaban bien no resultaron como quería, en pocas palabras yo no le
interesaba a él como él a mi, así que ahora entré al proceso de desamoramiento,
que créanme, con la práctica también se vuelve más fácil.
Algo que me sorprendió y que es lo que me tiene aquí contándoles
mi vida, es que cuando caí en cuenta que yo no le interesaba al tipo, lo
primero que pensé fue “Seguro, es porque soy gorda, si fuera delgada otra cosa
sería” entonces me di cuenta que mis complejos no estaban funcionando como
antídoto sino como ponzoña pura.
No hace mucho hablaba con otra amiga –también twittera, bloggera y XL- de que esta lucha siempre sale en estos terrenos, una trabaja en su autoestima y en saberse hermosa, en encontrar en medio de las tallas, de las pellas, de la grasa, del peso, en medio de todo eso una trabaja en encontrar la belleza y la sensualidad, no es fácil y sin embargo se logra pero el problema viene cuando parece que los otros, o específicamente el que quieres a tu lado, no lo ve.
No hace mucho hablaba con otra amiga –también twittera, bloggera y XL- de que esta lucha siempre sale en estos terrenos, una trabaja en su autoestima y en saberse hermosa, en encontrar en medio de las tallas, de las pellas, de la grasa, del peso, en medio de todo eso una trabaja en encontrar la belleza y la sensualidad, no es fácil y sin embargo se logra pero el problema viene cuando parece que los otros, o específicamente el que quieres a tu lado, no lo ve.
Podría entrar en una discusión extensa en esto, en si en realidad
eres tú quien se engaña creyéndote hermosa cuando no lo eres, si él
sencillamente no le gustan las gordas –cosa que resultaría muy válida-, si a lo
mejor todo este embrollo tiene que ver con algo más sencillo y alejado de tu
físico… Así que para acabar pronto propongo una regla para cuando estas duden
ataquen tu mente: DEJA DE PENSAR EN ESO.
Hay dos frases básicas para sobrellevar estas cosas, las cuales me
permitiré citarlas en inglés porque así me las aprendí “Who knows!” y “it is
what it is” si le gustaste o le dejaste de gustar por gorda no lo vas a saber a
menos que te lo diga con todas sus letras, y en todo caso si lo dice así es un
hijodeputa y ahí no hay más qué hacer… Nena, es lo que es, si no le gustas a
este, a otro le gustarás y si no es a ese otro, será entonces al que aparecerá
seguido de él, pero deja de pensar en eso, vive y cree en ti.
Por cada mujer plus size que piense que no la quieren por gorda
hay otras cinco detrás que están dejando de creer en ellas por lo mismo,
entonces nuestra responsabilidad es clara, seguir creyendo en nuestra belleza,
seguir creyendo en el amor universal y seguir haciendo brillar la luz de la que
todos, hombres, mujeres, gordos, flacos, altos, mancos y cuadripléjicos estamos
hechos.
Besos extragrandes.
Somos luz. Superxlwoman.